"Los términos compra y coacción del voto y clientelismo se refieren a la oferta, promesa, o entrega de algún bien o servicio –o bien una amenaza o castigo– por parte de un agente de un partido político a uno o más ciudadanos, a cambio de apoyo político o de su voto". Esa es la definición que da Alberto Simpser sobre este fenómeno que aqueja a la estabilidad política de una nación y que en México, ha afectado en gran medida las condiciones de equidad.
El objetivo principal del clientelismo electoral es ganar las elecciones y funciona por medio de estructuras piramidales que operan durante las campañas electorales y durante el periodo entre campañas. En este último, buscan ganar la lealtad de la ciudadanía y la principal herramienta es la gestión de beneficios materiales.
Entre las acusaciones de financiamiento ilegal que han cobrado mayor fuerza en la opinión pública se encuentran: el Monexgate del PRI, los moches del PAN y el charolazo del PRD. Por otro lado, en las acusaciones de compra de apoyo político se encuentra el abuso del programa Oportunidades así como del presupuesto de las delegaciones en la Ciudad de México.
Por otro lado, es importante destacar el costo económico ya que los partidos tienen recursos abundantes pero finitos, por lo que encaran límites a la cantidad de votos que pueden comprar. Por consiguiente, a mayor el precio por voto, menor la cantidad total de votos que un partido puede comprar. Los recursos utilizados en compra de voto probablemente incluyen, además de la cantidad que llega al ciudadano votante, pagos para los intermediarios (brokers) así como una cantidad no despreciable de desperdicio o fuga de recursos.
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